El placer como acto de rebeldía (o por qué el sexo me recuerda a una heladería)


“No soy experta… pero me pica la curiosidad”

No soy especialista en el tema de las artes amatorias, pero es algo que me llama la atención. El sexo y, específicamente, el placer.
Existe desde el inicio de la humanidad, ha evolucionado con nosotros, porque parece tener un manto de misterio y curiosidad… y porque la verdad es très appétissant (muy apetitoso).

Yo, como muchas, crecí con una visión del sexo enfocada en la reproducción; siempre dejando de lado esta otra cara de la salud sexual: el placer.
¿Por qué obviar el tema?… Tal vez sea una pregunta que tomaría años de investigación, y hasta podría dar para una tesis… pero eso ya será para otro momento.

Hace varios años trabajé en una sex shop, y recuerdo que una de las primeras preguntas que me hicieron fue:

¿Qué es la sexualidad para ti?

Como mencioné, el enfoque que yo tenía era reproductivo, y aunque en casa tenía acceso a la información, no recuerdo a nadie que me hablara o explicara sobre el placer.

Claro que en la adolescencia, e incluso en la universidad, entre cuchicheos con amigas y compañeras académicas, fui aprendiendo cosas. Pero sobre todo me di cuenta de que sus conocimientos, en ocasiones, eran aún más limitados que los míos, por creencias, enseñanzas o religión de casa. En momentos, incluso, me hacían sentir una pervertida, porque a mí siempre me ha causado curiosidad, y mis preguntas a veces las incomodaban.

Incluso ahora, que en teoría hay más libertad y más acceso a la información, me he encontrado con mujeres a quienes les cuesta hablar del tema o a quienes simplemente la curiosidad no les ha picado.

Pero, regresando a aquella pregunta… en ese instante, la respuesta vino a mí de una manera casi natural, sin pensar:

¡Es como ir a una heladería! Llena de sabores y maneras distintas de comer.

Desde ese momento lo he tomado de esa forma. La sexualidad y el placer son como comer un helado. Existe una gran variedad de sabores, se puede comer en cono, en barquillo, en una malteada, en un banana split, con cucharita, solo, acompañado, entre amigos, sorbiendo, lamiendo, a mordidas, con cobertura… ¡y a la cobertura se le pueden añadir chispas de colores, nueces, etc.!


Entonces, ¿por qué quedarse solo con el clásico de vainilla?, me pregunto yo.
(¡Ah, y sí, me contrataron!)

Reducir la sexualidad solo a la parte reproductiva es limitar el mundo del sexo, del placer y de la sensualidad a los genitales… y dejar de lado un universo extenso.
Y… ¿a qué me refiero con placer?

El placer también se respira, se huele, se mira

A mí me encanta comer, es algo que disfruto con singular alegría. Pero no cualquier cosa reta mi paladar: una es de boquita fina 💅🏼✨.
¿Podría comer cada semana alitas de pollo? ¡Claro! Llenan y no niego que satisfacen el antojo, pero… ¿alimentan? ¿Deleitan los sentidos?

Me gusta la seducción de los sentidos.
Y no me refiero explícitamente al acto sexual o a la penetración, sino a todo aquello que puede girar (o no) en torno al acto: una caricia en el cabello, un susurro al oído, el aroma del café, un trozo de chocolate derritiéndose, una sonrisa, una mirada…

Al final, este concepto es individual, y lo que a mí me puede causar satisfacción o deseo, para otra persona puede ser inimaginable.

Mi placer, mi rebelión

No pretendo enseñar sobre sexualidad. Solo quiero compartir mi visión, mi experiencia, e invitar a la reflexión: a sacudir los miedos, los tabúes, a jugar, a probar, a apropiarnos de nuestro placer.
Yo quiero hacer de mi placer un acto de rebeldía ante todos esos “deber ser” que, como mujer, “tendría” que cumplir.

¡Ah! Por si les interesa… uno de mis sabores favoritos es el de yogurt con limón.
¿y el de ustedes? 🍦💖✨

foto de dos conos de helado
helados con carita de animalitos
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