Lingerie

Es un universo entero por descubrir. ¡Y qué emocionante es explorarlo!

Lencería, corsetería, moda íntima… A mí me gusta lingerie porque viene del francés, y le aporta ese je ne sais quoi (ese algo que no se sabe) que me fascina ✨.

No tengo una gran trayectoria ni sabiduría en este mundo de encajes, organza, mesh, nylon y lazos. De hecho, podría contar con una mano las piezas que tenía hace algunos años. Hoy tengo más —una colección pequeñita, diría yo— y quiero más. ¡Me encantan!

Jamás hubiera pensado que este mundo podría ser para mí. Que de unas simples bragas podría surgir confianza.

No es que todos los días vaya por la vida en modo femme fatale, también tengo mis calzones, denominados popularmente “de abuelita”, de algodón y abrazadores, porque hay días en los que eso es justo lo que necesito. Pero saber que tengo esa otra opción, y que puedo usarla cuando quiera, es una forma de conectar conmigo misma.

¡Sé sexi!… pero… ¿cómo?

A veces siento que estoy constantemente bombardeada con este mensaje: ¡Sé sexy!
Pero nadie me ha dicho cómo se llega ahí. No me han enseñado desde dónde. Solo he visto modelos sin imperfecciones, posando muy sensualmente, como si la sensualidad fuera un acto de generación espontánea.

Recuerdo que una de las primeras veces que me puse unas medias a medio muslo, pensé que no iban a entrar. Porque nunca, o muy rara vez, vi modelos diversas. Entonces, en mi cabeza, era como si el mensaje fuera: si no me veo así, no tengo derecho a sentirme sensual y provocadora.

Pero para mi sorpresa, me quedaron. No solo eso, me encantó cómo envolvían y estilizaban mis piernas, y la sensación del tacto, sensibiliza la piel, a mi parecer.

Tal vez, si hubiera visto más formas, más tallas, más diversidad, habría comprendido antes que la sensualidad no es una obligación ni un estándar… sino una posibilidad. Una experiencia.

Hoy creo que el mensaje podría tener otra perspectiva. Que no sea tienes que ser sexy, sino que puedes ser sexy. Y que esa sensualidad viene en muchas formas.

A veces, este viaje comienza desde adentro —y no hablo del amor propio, que a veces siento que está muy usado—, hablo de unas buenas bragas, unos calzones, unos chones… lo que tú elijas.

Prefiero hablar de tener un espíritu lúdico. De jugar frente al espejo. De experimentar.

De probar cosas nuevas, diferentes y entender qué es lo que me hace sentir. De fallar varias veces, hasta dar con eso que me haga pensar: “¿Quién es esa mujer tan guapa?… ¡Ah, soy yo!” 💅🏼✨💖

ligueros de Rebelión

Es curioso cómo una prenda que, en teoría, nadie ve… puede cambiar tanto cómo me siento.

En mi experiencia, la lencería tiene ese efecto: da poder.
No porque esté pensada para explícitamente para ser vista, sino porque activa una parte de mí que dice: “¡Uff, qué bien me veo!”.

Cuando me pongo algo coqueto, automáticamente mi estado de ánimo cambia. Y pienso:
“Bueeeno, si ya invertí en los calzones bonitos, ¡el resto tiene que ir ad hoc!”. Entonces la actitud y el estado de ánimo cambian.

Una de mis piezas favoritas es el liguero. Me parecen fascinantes. Pequeños en estructura, pero con una inmensa presencia.

Cuando era niña, encontré uno en un cajón de mi mamá. Muy sencillo, pero atrajo poderosamente mi atención. Quise probármelo, y no me quedó. Era muy pequeño para mi cuerpo. Me frustré tanto que el recuerdo perduró por varios años. Sentí que ese mundo no era para mí, que estaba vetado.

Ahora tengo uno. ¡Y qué gran pieza!

Más que el encaje o lo visualmente atractivo que puede ser —porque al final es un pequeño trozo de tela—, lo que da poder es la actitud que despierta. Es una forma de decir: “Sí, este mundo también es para mí”.

🩷 Dato práctico: primero se pone el liguero y después las bragas, porque si no, es un lío ir al lavabo.

¡Rebelión y revelación!✨

Es una actitud

Ser sexy, para mí, es una actitud.

No se trata de las suaves telas como el encaje, el mesh o el satín. Se trata de entender que esas prendas son solo un complemento, de mi sonrisa, de mi personalidad, de mi elegancia, de mi extravagancia, de mi rebeldía, de algo que está dentro de mí. Al final me di cuenta de que :

La lencería no necesita una razón.
No necesitas una cita para usar esas prendas íntimas.
No necesitas un cuerpo perfecto para usar esas braguitas coquetas

La próxima vez que te pongas esa prenda especial —aunque nadie la vea—, recuerda que no lo haces para el mundo. Lo haces por ti. Porque puedes. Porque quieres. Porque sí. 💖

imagen de collage de una maja desnuda con intervención de texturas
collage «Elegir, sólo así» de @bayadeoro

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *